Desde la época del descubrimiento y la conquista de los territorios que forman la profunda y siempre desconocida América, esta tierra fascinó a los extranjeros no exactamente por sus azarosas religiones, por sus vastos calendarios en los que se exponían soles oscurecidos de siglos remotos, por su ciencia conmovedora y honda de la selva, por sus sangrientos dioses de colmillos, por sus jaguares o por sus excesos salvajes de licores y de sexo.
Por: Nathaly Arias Rodas, Yaisa Mariam Rodríguez, Jessica Zamora
La fascinación de los españoles, entre los que siempre es posible mencionar extraordinarias excepciones, recayó en el oro, en la sal, en las piedras verdes, en una montaña inmensa después de caminar siete días en dirección del sol, bajo una cascada, deslumbrante. Estos hombres desterraron a los otros hombres que habitaron las indias desde un tiempo todavía no calculado: los sometieron al hambre, al dolor, ejecutaron a sus dioses y a sus sacerdotes; recogieron un oro que para los nativos era un brillo dulce y abrumador y lo trocaron en monedas.
Y el oro no ha cesado. Ni el carbón ni los diamantes ni los metales preciosos ni el agua dulce ni el caucho. En esta tierra inmensa, la mano del hombre parece escasa y minúscula.
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Vestigios de un río dorado
Nos bajamos en una bomba de gasolina donde se ven pocos habitantes, el pueblo aparenta ser pequeño y tranquilo. Caminamos y el calor sofocante del pacífico nos abraza. En el ambiente el canto de las gallinas y algunos pájaros nos acompañan.
Desde marzo de 2009 comenzó en esta zona una explotación minera desde el medio y bajo Dagua y sólo después del 2011 quienes habían llegado de la montaña, del valle y del pacífico empezaron a abandonar el territorio. Hoy cuando la contaminación es innegable y el río está semidestruido, a los forasteros la codicia les recordó que tienen espíritus nómadas.
A lado y lado de la carretera se ven seis casas en las que habita la maleza, aún quedan los cimientos, estructuras de ventanas y puertas que crujen con el viento. Ahora son casas abandonadas con helechos que crecen entre las comisuras de cemento enmohecido; tienen lonas verdes para tapar los huecos que dejan ver el vacío; después del oro quedaron las ruinas sobre las que la naturaleza ya empezó a imponer su fuerza.
El primer habitante con el que hablamos vive en una tiendita de madera al final de un puente colgante que atraviesa el río. Es un hombre de aproximadamente 55 años, dice llamarse Álvaro. Es de contextura gruesa y piel canela. Llegó a Zaragoza por la fiebre del oro. Mientras habla, con su dedo nos señala el canalón y la batea que compró: aún tiene la madera fina y limpia por su poco uso. Nos explica que no tuvo suerte, no sacó ni un gramo de oro.
Cuenta que en Zaragoza hubo mucha plata y que la gente no supo aprovechar lo que tenía. Nos señala una casa en lo alto de la orilla del río, “jamás hubiera construido una casa tan grande, jamás invertiría mi plata en un lugar como éste, a menos que sea para sacar más plata”.
“Ya tengo hijos grandes, algunos son profesionales, otros viven fuera del país. Mis hijos que están en el exterior no comparten la idea de que esté acá, pero dígame, qué me quedo haciendo en la casa. Me gusta trabajar y no ser mantenido, ya me acostumbré a esta vida”, dice mientras observa la pequeña vitrina que no tiene más de tres pescados fritos, algunos patacones y chorizos.
Pero no siempre su tienda está vacía, cuenta que hay días en que vende bastante, porque en Zaragoza aún hay mineros. Espera los fines de semana a que lleguen turistas, esos que están volviendo a abordar las brujitas para ir a San Cipriano. Este fin de semana estuvo muy duro porque llovió bastante y en la vía hubo derrumbe, así que no vinieron muchos turistas. En este mismo lugar entre el 2009 y 2010 una señora vendía a nativos y sobre todo a foráneos alrededor de 1000 almuerzos diarios.
Durante el auge del conflicto armado colombiano, especialmente durante las décadas de los años 80´s y 90´s, Colombia se convirtió en uno de los países más peligrosos del mundo. No era atractivo para las multinacionales inversoras en la explotación minera. Pero hacia finales de la última década, las políticas de seguridad dirigidas hacia los grupos alzados en armas, especialmente hacia los de izquierda, trajeron como resultado un aparente mejoramiento de las condiciones de orden público del país.
Tal modificación, a su vez, derivó en un aumento de la inversión extranjera en materia de explotación minera: el país pasó de 3.800 millones de dólares en el quinquenio 1999-2004 a 11.900 millones entre 2005 y 2010.

Días después de visitar a Zaragoza consultamos al Juez Segundo Administrativo de Buenaventura. Lleva el caso de la Acción Popular radicada por habitantes de Zaragoza, para proteger a la comunidad del desgaste ecológico, el riesgo de pérdida de vidas humanas y el inminente daño patrimonial.
La Defensoría del Pueblo apoyó la Acción Popular para la protección de los derechos colectivos, radicada por Jorge Enrique Torres. En la petición solicita la suspensión de la actividad minera y el desalojo pacífico de los mineros. Para el Defensor del pueblo es fundamental que se suspendan los permisos y concesiones hasta que se reparen o mitiguen los daños ambientales.
Durante el trayecto el conductor del taxi, que tiene tono de voz fuerte, se burla de una pancarta de las elecciones del 2011 y dice estamos en manos de los mismos. Hoy están pagando 20 mil pesos sólo por ir a marchar con Copete. Ahora la gente va detrás de su carro, con camisetas, recibiendo a su nombre almuerzos empaquetados, y después él mismo nos pondrá a aguantar hambre, oye. Luego nos cuenta que días antes estuvo parado el transporte en Buenaventura porque todas las busetas estaban marchando detrás de un candidato, fue cuando el ex senador Martínez salió de la cárcel y llegó a Buenaventura para llenar barrigas y contentar corazones.
Para el taxista que nos llevaba hasta La Catedral ningún aspirante era bueno. Empezó a hablar con propiedad de las deficiencias administrativas de los mandatarios que años tras años se han burlado del Puerto. Recordó los malos manejos del agua y maldijo la corrupción. Antes de bajarnos encontró algo para destacar: oye, esos manes sí supieron cómo taparse en plata. Las sonrisas de los pasajeros que siguieron en el taxi colectivo fue lo último que vimos.
Durante el camino leemos en el periódico Q´hubo que «El puerto se quedó sin Alcalde». Por eso, en la puerta de la Alcaldía se encontraba un grupo de señores reunidos. Ahí estarán tratando de hacer algo para poder sacar a Ocoró de la guandoca. Dice Mauricio, un hombre encargado de contactarnos con el juez.
El Juez nos aclara que por ser una comunidad de negritudes, en Zaragoza tenían cierta autonomía sobre el uso de sus recursos, entre ellos el oro: Si se empezó a utilizar maquinaria fue porque su comunidad lo autorizó. A Zaragoza llegaron las prostitutas de todos lados. En las cantinas se veían las personas tomando con los fajos de billetes en sus bolsillos y en la tarde algunos andaban con el oro que acaban de extraer.

Fueron necesarios ciento cincuenta elementos probatorios para que Rojas Villa pidiera el retiro de la maquinaria que poco a poco destruía el río. No queríamos más retroexcavadoras, por eso se gestionó la Ley del decomiso porque era una explotación extrema, lo ambiental es extremo y más cuando son recursos no renovables. El café seguía servido sobre la mesa. Había aproximadamente veintidós mil personas como población flotante. Del centro de Zaragoza para arriba era una chorrera de carros y motos al lado de la carretera, unos estaban por el rebusque, otros por las máquinas.
En la sentencia, el Juez exigió a todas las entidades responsables de la seguridad Nacional, el Ministro de Defensa, las Fuerzas Militares, el Ministro del Interior y de Justicia, un operativo para el cierre de la minería ilegal; sin embargo, cuenta que “la Policía no quería realizar el desalojo sino le desembolsaban quinientos millones de pesos; argumentaban que debían traer personal de otras partes y cumplir con las exigencias de los grandes allanamientos; pero después de grandes pugnas, la exigencia de la Policía se resolvió con treinta millones de pesos”.
Para el Juez la comunidad no perdió nada, al contrario ganó. ¿Esa gente cuándo iba a tener una bonanza así? nunca. Algunos fueron pensantes y compraron fuera de Zaragoza, otros se bebieron la plata y se la gastaron en mujeres. Imagínese que hubo una temporada en que cada cerveza costaba veinte mil pesos y por un guacal se llegó a pagar hasta cuatrocientos mil pesos.
Para el juez, el caso, al igual que muchos en Colombia, tiene el descaro a leguas. En Zaragoza no se finalizaba la explotación ilegal por una razón: todos estaban ganando, la directora de la CVC, el Alcalde Ocoró, entidades privadas, políticos, empresarios y la comunidad, todos se beneficiaron de ahí. Por eso fue tan difícil desmantelar una situación donde los corruptos estaban a la cabeza.
Desde mayo de 2009 la Corporación Autónoma Regional del Valle del cauca, CVC, elaboró un acto administrativo para ordenar la suspensión de toda actividad minera en el Río Dagua y el retiro de la maquinaria que allí se encontraba. Sin embargo, el documento quedó empozado en las oficinas de la Alcaldía de Buenaventura, pues la respuesta del Alcalde fue que no se podía atropellar a la comunidad de la zona.
Los días 24 de julio y 13 de agosto de 2009 la Contralora Distrital de Buenaventura envió a la Alcaldía una advertencia para prevenir sobre los peligros que amenazaban el patrimonio ambiental de la ciudad.
La situación se empeoraba por los volúmenes de arena removidos, la CVC intentó delegar la responsabilidad en el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Pero tal Ministerio, después de ser implicado por el Juez Segundo, respondió que “La autoridad ambiental competente de la pequeña minería son las Corporaciones Autónomas Regionales”.
Ingeominas por su parte respondió que la minería ilegal era competencia del alcalde. Las autoridades estatales se limitaron a advertirse entre sí sobre las consecuencias pero no solucionaron nada. En Buenaventura se registraron conferencias, conversatorios, actas, compromisos, con todos los implicados en la explotación ilegal, pero no pasaron de allí. Zaragoza vivía una bonanza que labraría su destrucción. Fue hasta el fallo del Juez Segundo cuando se implicaron a los funcionarios de las entidades gubernamentales responsables de tomar medidas.
Durante el gobierno de Uribe Vélez fueron otorgadas concesiones para la explotación minera bajo una débil legislación de tierras aprobada en el 2001: se repartieron territorios que constituían ecosistemas invaluables, parques nacionales, resguardos indígenas y territorios colectivos afro descendientes.
Este feliz repartimiento, tan semejante al que hacían los oidores, los adelantados, los mariscales y los Virreyes regidos por la corona, tuvo como resultado que en Colombia existieran 1717 empresas, entre nacionales y extranjeras, explotando y explorando el territorio, bajo la vigilancia de Ingeominas, el instituto encargado no sólo de investigar el subsuelo colombiano sino de administrarlo, una organización que no cuenta con la capacidad para semejante tarea y que nació como un ente para la investigación.

Así las cosas, Colombia ha conocido nombres como Xstrata Plc, BHP Billiton y Anglo American, Drummond, Glencore Vale Coal S.A., Votoratim Metais y Anglo Gold Asahanti, nombres indescifrables de empresas extranjeras y nacionales dedicadas a la exploraciones y explotaciones inadecuadas y feroces del oro, del carbón, del hierro, de las piedras preciosas. Y también, conoció a los hombres y mujeres y niños deslumbrados de ese oro en el que creen ver una especie de Dorado fugitivo.
Varios días después volvimos a Zaragoza para hablar con Hebert, un negro fornido de 44 años que antes de dedicarse a la minería trabajaba como maestro de obra. Aquí en Zaragoza ganamos y perdimos. Los que supieron manejar el dinero se hicieron su casita; pero personas que prestaron el terreno no encontraron nada y ésos fueron los más perjudicados. Para Hebert el daño ambiental no presenta grandes riesgos, pues piensa que dentro de poco el río se va a aclara porque pa arriba casi ya no están trabajando. Sin embargo, el Despacho Segundo Administrativo de Buenaventura afirma que “aún existe peligro de daño mayor al ya causado a la cuenca del río Dagua y a la bahía de Buenaventura; el daño por la despiadada y descontrolada explotación minera estuvo migrando al santuario de flora y fauna de San Cipriano”.
– ¡Caballito!
– Viejo men. Se saluda Hebert con un amigo.
De pronto se agarra la cabeza como recordando algo y dice: mañana ubico la clasificadora para separar la tierra del oro porque hoy estaban terminando de secar. En Zaragoza el proceso de extracción continúa durante la noche, casi siempre para terminar de sacar el agua de la tierra removida durante el día. A la mañana siguiente, cuando han sacado con las motobombas el líquido, separan el balastro, la arena y el oro.
Doña Carmen es la comadrona de la zona que actualmente alterna su labor de partera con la de vendedora. Hace unos meses Invias le hizo un censo para comprarle su tiendita, ubicada a un lado de la carretera. Si Invias me paga mi casa… me gustaría irme para Restrepo. Si me gusta me quedo. Sobre el auge minero afirma que con la minería todo empezó muy bien, porque cuando hubo el movimiento del oro no había más tiendas, ahora ya han puesto varias y la cosa está fregada. Durante la sacada del oro no había tanta tranquilidad pero la gente no se metía conmigo.
En Zaragoza cada quien construía como quería y como podía: en una mano se cuentan las casas de madera de pino, zajo y tángare; algunas complementan sus construcciones con lona y plástico; otras cuantas son de cemento y ladrillo, como la casa de doña Carmen.
«Un estuche labrado en plata fina»
Entre los quince y treinta metros desde el borde del río no son permitidos los asentamientos. Sin embargo, durante el auge del oro a orillas del Dagua aparecieron cambuches de madera y plástico que los trabajadores de la mina y comerciantes utilizaron como restaurantes, almacenes y viviendas.
El río Dagua sufrió la modificación de su cauce con la extracción de arena de las retro excavadoras que se ubicaron en sus riveras. En épocas de lluvias sería incontrolable una catástrofe por inundaciones, si se tiene en cuenta que el Pacífico es la zona del país donde más llueve.
Para evitar que el río se saliera de su cauce, en época de lluvias construían unas barreras o murallas de arena. Más de una vez se vino la borrasca y arrastró gente. Una vez un señor allí, sobre la orilla del río, se tropezó con un tronco y al caer al agua, con las piedras se rajó la frente. Cuando lo sacaron río arriba ya estaba muerto. Afirma Hebert.
Las orillas de los ríos también pueden sufrir ante derrumbes, pero eso no parecía importarles a algunos habitantes de Zaragoza que no se conformaron con instalarse allí sino que se atrevieron a excavar en el poco terreno que separaba la corriente de las tablas de la casa.
La minería industrial que impuso el trabajo con maquinaria permitió sacar más mineral, pero en el mejor de los casos se hicieron acuerdos en los que a los nativos les daban sólo la quinta parte de las ganancias. De esta manera la tradición del mazamorreo dejó de tener un lugar donde parir sus cantos ya que las barequeras debían conformarse con una hora diaria que los dueños de las máquinas les cedían. Además, barequear cerca de las máquinas ponía en peligro sus vidas.
Los males
Cuando llegó la riqueza también empezaron los robos, las matanzas. A don Hebert le mataron a un primo. Tenía unas dragas y no quiso pagar el impuesto que cobraban unos sinvergüenzas que querían ganarse la plata sin trabajar. Venían no más de bravura. Su mirada se agudiza, la pupila se le cierra. En el momento en que nuestras miradas se encontraron no fue necesario preguntar quiénes eran los que venían a infundir miedo con sus armas. En Zaragoza también padecieron las vacunas cobradas por grupos ilegales, que en este territorio históricamente han intimidado para obtener dinero.
Después de unos segundos, Hebert estira el brazo derecho para señalar hacia un rincón ubicado a menos de un metro de donde conversamos: ahí, allí en ese lulo, llegaron dos tipos y ¡pam, pam! lo mataron. Por eso era que antes a las siete de la noche no podías andar por ahí; pero ahora que todo pasó andas tranquilo hasta las ocho o nueve de la noche.

Para el 12 de abril de 2009 los registros oficiales eran de 22 asesinatos, aunque se rumoraba que podían ser más. En ésta época los congresistas por el Valle tuvieron una reunión con el Ministro del Interior Fabio Valencia Cocio, en la que le solicitaron la militarización de la zona del río Dagua.
En medio de la crisis económica mundial del 2008 y 2009 el precio internacional del oro se mantuvo en alza. Así mismo se impuso de nuevo como factor de intercambio y de acumulación de riqueza.
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El 29 de julio de 2009 los medios de comunicación anunciaron el desalojo de los mineros y de las retroexcavadoras, tras la reunión en Cali del Ministro de Medio Ambiente y Vivienda, Carlos Costa Posada, y la Directora de la CVC, María Jazmín Osorio Sánchez. Pese a ello, entre el 16 y el 23 de Febrero del 2010, se registraron 278 retroexcavadoras y dragas.
El 8 de julio del 2010 la CVC declaró la emergencia ambiental y solamente hasta el 17 de septiembre del mismo año las máquinas empezaron a ser retiradas del Dagua. Las medidas las obedecieron algunos; según cifras de la prensa local se decomisaron cinco máquinas. Pero aquí no pararon las pugnas y siete días después, el 24 de septiembre, los mineros que se resistieron a desalojar bloquearon durante siete horas la carretera entre Cali y Buenaventura.
Para legalizar la minería en este lugar el Juez afirmó que únicamente sería posible si sólo realizaran la extracción artesanal. Pero en Zaragoza predominaba el uso de maquinaría por parte de mineros procedentes del Cauca, Antioquia, Quindío, Chocó y 29 corregimientos de Buenaventura. Incluso de otras partes del mundo como Chile.
En aquella época había negocios de casa de cambios y hasta de putas, pero ya pasó la bonanza y ellas ya no quieren estar aquí. No les interesa presenciar la miseria que día a día les pisa los tacones, por eso la casa que fue morada de las noches lujuriosas en Zaragoza, hoy está en venta. Sobre la fachada que alguna vez fue blanca un número telefónico pintado con color rojo índica el contacto.
Con la llegada de las retroexcavadoras se perdieron terrenos para cultivar: en la vega del río, sembrábamos nuestros cultivos porque allí habían más nutrientes. Pero con la llegada de las máquinas esos cultivos se perdieron. Esta semana ya estamos sembrando otra vez, después de acomodar la tierra y fertilizar. Sembramos plátano, banano, bananito chibra, chivirí, manzano, coreano, cenizo….
La contaminación de las aguas
El mercurio ha contaminado el agua y los peces. Pese a que los nativos aseguran que no utilizaron ningún químico para separar el metal, un estudio realizado por la Universidad Nacional de Palmira, reveló que los peces muestreados en el puerto de Buenaventura, donde desemboca el río Dagua, superaban el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud. Estos resultados registraron contaminación en especies de Corvina, Mojarra, Lisa, Ronco y Ñato. La CVC por su parte, tras la presión de los medios, realizó un muestreo en julio de 2010 en el que afirmó que la presencia de mercurio en Lisa y Jaiba estaba dentro de los límites permitidos.

Dalia es una de las mineras artesanales que sobrevivió el auge de la minería industrial. Todavía sale cada mañana con la batea en su mano para trabajar cinco o seis horas diarias; vive del oro que saca, por eso el único día que descansa es el domingo.
Son las cinco de la tarde y debajo del puente colgante se encuentra otra señora barequeando. Desde las ocho de la mañana no se ha movido del mismo lugar. Desde enero de 2012 la población está retomando el turismo y el ambiente está mucho más tranquilo. En los últimos días pedimos la ayuda de la defensa civil, para tener apoyo en el turismo, y nos atendieron rápido. Afirma Hebert, y reconoce que el turismo es una actividad mucho más estable económicamente y que no trae tantos problemas a la comunidad. Como se está acabando la minería están volviendo los turistas.
Antes de partir escuchamos un grito “¡vio, ya hay pescados!” Y tal vez sí los hay, después de todo el río Dagua intenta recuperarse de los daños ocasionados a su cauce; pero el virus de la fiebre del oro no ha cesado, se incuba en cada uno de los mineros que ahora se desplazan por la montaña y el río, hacia Itsmina o Guapi. O hacia cualquier rincón del territorio colombiano donde los entes gubernamentales permitan que la destrucción avance.
Como decía Alfredo Molano, en la crónica Aguas arriba: probablemente las únicas fortunas se hacen lejos del mundo de las minas, pues en éste rigen, con la violencia y la guerra, la pobreza y el hambre, debido a que los resultados a la larga, son más pobres de los que habrían resultado dejar la selva donde estaba y el oro bajo tierra.
En Colombia la cultura Calima habitó esta zona del pacífico y desde su territorio defendió con sangre un uso artesanal y sagrado del oro. Luego, fueron las guerras que causaron el sufrimiento y derramaron la sangre que ha hecho de la América lo que hoy es: un territorio poblado de hombres negros, blancos, mulatos y mestizos que habitan esta tierra serena, densa y, ante todo, aún desconocida. Aún codiciada.
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